El suelo es un recurso estratégico que puede deteriorarse con un uso agrícola que no contemple de modo adecuado la reincorporación de nutrientes minerales consumidos en la producción de cultivos. En esta lista figuran, entre otros, el fósforo, el nitrógeno y el potasio.
Un equipo de científicos de la Universidad Nacional de La Plata investiga el impacto que tiene el cultivo de soja sobre el balance de fósforo (P) en suelos de la Región Pampeana. El estudio se basa en el análisis de la información recopilada por Datos Agrícolas Trazados (DAT CREA), que contiene miles de datos obtenidos en lotes de productores.
El proyecto se lleva a cabo de forma conjunta entre el Instituto de Fisiología Vegetal dependiente de la Facultad de Ciencias Agrarias y Forestales y la Facultad de Ciencias Naturales y Museo (INFIVE, UNLP- CONICET) junto a la Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola (AACREA).
¿Por qué estudiar el fósforo?
El fósforo es un nutriente esencial para el crecimiento de las plantas. Es necesario para la producción de energía en las células vegetales y para desarrollar raíces fuertes y sanas que le permitan absorber otros nutrientes y agua del suelo. Cuando los niveles de fósforo del suelo son insuficientes, las plantas pueden reflejarlo en el enlentecimiento de su crecimiento, con la presencia de hojas de color más oscuro, raíces poco desarrolladas y menor producción de flores y frutos. Todo esto lo vuelve fundamental para la agricultura.
La planta de soja tiene una alta demanda de fósforo durante su crecimiento y desarrollo. Por eso los niveles de fósforo en el suelo pueden disminuir después de varios años consecutivos de cultivo de soja si no se toman medidas para reponerlo.
Mariana Antonietta, coordinadora del proyecto, explicó que “analizamos el impacto del cultivo de soja en la variación del fósforo disponible y si existe una respuesta en términos de rendimiento al fósforo aplicado”.
En este sentido, detalló que “paralelamente, estos resultados son una oportunidad para traer la discusión sobre la extracción de minerales de nuestros suelos, desandar el discurso de fertilizante = agroquímico= perjudicial y generar conciencia de que en la medida en que no logremos ciclos de nutrientes cerrados, éstos deberían reponerse para no deteriorar progresivamente un recurso tan estratégico para la producción de alimentos como es el suelo”.
El uso de fertilizantes es cuestionado por sus impactos negativos en el ambiente debido, entre otros aspectos, a pérdidas por lixiviado y escorrentía que luego contaminan los cuerpos de agua. Esto suele ser un problema en países desarrollados no sólo por el uso de mayores dosis de fertilizante sino también por la importación de nutrientes en forma de granos para la alimentación animal de la que en general no queda registro.
Sin embargo -sostienen los investigadores- “en países como la Argentina, en general las dosis son bajas y lejos están de reponer los nutrientes extraídos por los cultivos. Por otro lado, en el caso del fósforo, dada su fuerte interacción con las partículas del suelo, las pérdidas por lavado suelen ser mínimas”.
Del informe elaborado por los investigadores se detalla que en distintas zonas de la región Pampeana (Fig. 1) los niveles de fósforo disponible cayeron por debajo del valor crítico para la mayoría de los cultivos. En este contexto se espera que la mayoría de los cultivos respondan en términos de rendimiento al aporte de fósforo por fertilización.
Verde soja
El equipo de trabajo encontró diferencias en el rendimiento de soja de hasta un 25% entre lotes fertilizados con fósforo y no fertilizados, un cultivo que en general presenta las menores respuestas al fósforo aplicado.
Entre los distintos cultivos analizados, la soja presentó los balances de P más negativos mientras que entre las distintas regiones el balance de P más negativo se detectó en el oeste arenoso (Tabla 1).
La respuesta del rendimiento al fósforo podría promover la práctica de fertilización, aunque estas decisiones siempre estarán regidas por la relación costo-beneficio.
“Esto refleja la necesidad de diseñar políticas públicas que promuevan la reincorporación de nutrientes minerales al suelo y que contemplen formas de producción tendientes a reducir el flujo de nutrientes desde los sistemas agrícolas hacia otros destinos”, sostuvo Antonietta.
“En el debate hacia una agricultura sustentable, el ciclado y la reposición de los nutrientes extraídos por los cultivos es un aspecto que aún no parece abordarse con la atención que merece”, agregó la investigadora.